BUENOS AIRES. Doce años después de haber asumido la presidencia de un Comité Olímpico Internacional que se recuperaba de su peor escándalo ético, Jacques Rogge deja el organismo en un estado mucho más sólido pero ante serios desafíos.
El belga de 71 años deja el cargo el próximo martes después dirigir al COI durante un periodo de relativa estabilidad que abarcó tres Juegos Olímpicos y otros tres Juegos Olímpicos de Invierno.
Rogge, un cirujano ortopedista que compitió en tres olimpiadas en vela, concluye su periodo con la reputación de haber manejado con calma y firmeza las políticas del frecuentemente turbulento mundo del deporte olímpico.
Adoptó una línea dura contra el dopaje y las violaciones de carácter ético, creó las Olimpiadas Juveniles, supervisó un crecimiento de las finanzas del COI durante un periodo de crisis económica mundial e hizo las paces con el Comité Olímpico de Estados Unidos tras años de amargas discusiones sobre ingresos.
Bajo la mirada de Rogge, el COI también ha guiado a los Juegos Olímpicos a nuevos lugares -incluyendo la designación de Río de Janeiro como sede en 2016 en las que serán las primeras Olimpiadas en América del Sur.
“Espero que la gente, con el tiempo, llegue a considerar que hice un buen trabajo para el COI”, dijo Rogge en entrevista con The Associated Press con típica sutileza. “Eso es por lo que uno quiere ser recordado”.
Los integrantes del COI que se reúnen en Buenos Aires elegirán durante la próxima semana al sucesor de Rogge de entre seis candidatos luego de una votación secreta el 10 de septiembre. El nuevo presidente enfrentará temas delicados, entre ellos la respuesta negativa por la legislación antigay en Rusia antes de los Juegos Olímpicos de Invierno que se llevarán a cabo en Sochi en febrero y preocupaciones sobre los retrasos de construcción de sedes en Río.
Rogge fue elegido como el octavo presidente del COI en Moscú en 2001, en lugar del español Juan Antonio Samaranch, que presidió el comité con un estilo autoritario durante 21 años. Rogge tomó el puesto luego del escándalo de Salt Lake City, en el que 10 integrantes del COI renunciaron o fueron expulsados del Comité por haber recibido becas académicas, pagos y regalos durante la pelea por la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002.
“El era absolutamente la persona correcta en el momento correcto”, dijo el noruego Gerhard Heiberg, miembro del COI. “Estuvimos bajo la tormenta. Tuvimos que salir de eso, contar con una nueva imagen. El ha traído estabilidad a la organización”.
Rogge deja a su sucesor dos Juegos Olímpicos potencialmente complicados.
Además de las preocupaciones sobre la seguridad y el haber excedido los costos, el preámbulo para los Juegos Olímpicos de Invierno que se realizarán del 1 al 23 de febrero en Sochi, Rusia, ha sido dominado recientemente por protestas a nivel internacional sobre una nueva ley rusa que prohíbe la “propaganda” gay. Rogge y el COI han sido criticados por no hacer lo suficiente para combatir la legislación.
Rogge dijo sentirse “tranquilo” porque Rusia ha dado al COI “sólidas garantías” de que no habrá discriminación contra ningún atleta o espectador durante las Olimpiadas.
Retrasos en los planes de construcción y otros reveses organizacionales, por su parte, aumentan las preocupaciones de que Río pueda convertirse en otro Atenas.
“Para Río, estoy seguro y tengo mucha confianza en que también serán muy buenos juegos. Sacaremos provecho de la experiencia de la Copa del Mundo (2014)”.
Grupos de defensa de los derechos humanos y otros detractores han acusado a Rogge y al COI de callar ante los abusos cometidos por autoridades de países sede como China, Rusia y Brasil. Rogge adopta una “diplomacia silenciosa” y dice que el COI es una organización deportiva, no un gobierno ni un órgano político.
La salud de Rogge se ha deteriorado en meses recientes. En septiembre de 2012 se sometió a una cirugía de reemplazo de cadera y luce mucho más viejo y lento, lejos del hombre juvenil y vigoroso que asumió la presidencia hace 12 años.
Aun así, Rogge ha seguido recorriendo el mundo por negocios del COI y se mantiene al tanto de temas del día.
“Mi agenda estará saturada hasta el último día”, dijo.
Rogge está ansioso por regresar a Ghent y pasar tiempo con su familia -su esposa Anne, dos hijos adultos y nietos. Tiene una gran cantidad de libros por leer y una lista de galerías de arte por visitar.
Pese a que puede seguir siendo integrante del COI por otros 10 años, Rogge decidió renunciar a convertirse en miembro honorario.
“No creo que sería acertado para el COI tener a su ex presidente corriendo de un lado a otro por la sesión emitiendo un voto, dando su opinión”, concluyó.