INSIDE THE GAMES.- El Comité Olímpico Internacional está considerando nuevas normas de elegibilidad que podrían impedir que las mujeres transgénero compitan en categorías femeninas, según informó The Times el lunes. La propuesta también se aplicaría a atletas con diferencias en el desarrollo sexual y podría finalizarse a principios del próximo año.
Este giro supone un cambio significativo en el enfoque del COI respecto a la inclusión y la equidad en el deporte femenino, ya que se produce tras años de debate entre atletas, organismos rectores y especialistas médicos sobre cómo equilibrar la equidad competitiva con la no discriminación; especialmente en deportes donde se consideran relevantes las ventajas de rendimiento vinculadas a la pubertad masculina.
La directora médica y científica del COI, Jane Thornton, informó a los miembros la semana pasada sobre los resultados preliminares de una revisión científica encargada para evaluar la equidad competitiva en las categorías femeninas. Esta revisión forma parte del trabajo que realiza el grupo de trabajo del COI creado para examinar la protección de las categorías femeninas, una de las prioridades clave anunciadas por la presidenta del COI, Kirsty Coventry, al suceder a Thomas Bach en junio.
En un comunicado, el COI afirmó que las deliberaciones dentro del grupo de trabajo continúan y que «aún no se ha tomado ninguna decisión». La organización también indicó que se proporcionarán más actualizaciones «a su debido tiempo».
Según las directrices actuales del COI, introducidas en 2021 , las mujeres transgénero pueden competir en categorías femeninas si cumplen con los límites de testosterona especificados. Sin embargo, la responsabilidad total de las decisiones sobre la elegibilidad recae en las federaciones internacionales, lo que ha dado lugar a un marco normativo diverso, donde cada deporte aplica criterios diferentes en función de su evaluación de la ventaja física, las cuestiones de seguridad o la integridad competitiva.
Varias federaciones internacionales han tomado medidas para restringir la participación: World Rugby fue la primera en prohibir que las mujeres transgénero que experimentaron pubertad masculina compitieran en el rugby femenino de élite; World Athletics ha implementado restricciones similares en atletismo; y World Aquatics permite que las mujeres transgénero compitan solo si la transición ocurrió antes de la pubertad. Otras federaciones, como World Boxing, han introducido pruebas genéticas o cromosómicas para determinar la elegibilidad.
Según The Times, la presentación de Thornton ante los miembros del COI sugería que las ventajas físicas adquiridas durante la pubertad masculina podrían persistir incluso con la supresión médica de los niveles de testosterona. El periódico describió la presentación como «muy científica» y basada en datos, citando fuentes que indicaban que el estudio hacía hincapié en resultados medibles de fuerza, potencia y resistencia.
De implementarse, el nuevo marco representaría un cambio con respecto a la política reciente del COI. Durante más de una década, la organización ha intentado equilibrar la inclusión con la equidad competitiva mediante umbrales hormonales y alentando a las federaciones a desarrollar sus propias regulaciones específicas para cada deporte. Antes del nombramiento de Coventry, el COI se resistía a las peticiones de un estándar universal, argumentando que las variaciones entre deportes dificultaban la centralización de las normas.
La creación del grupo de trabajo «Protección de la Categoría Femenina» marcó un cambio de postura. El comité está integrado por médicos especialistas, representantes de federaciones internacionales y expertos externos, y tiene la tarea de examinar la evidencia que respalda las diferencias de rendimiento entre sexos, así como las implicaciones éticas y legales de los nuevos criterios de elegibilidad.
El debate también abarca a los atletas con diferencias en el desarrollo sexual (DSD). Este grupo incluye a personas que fueron criadas como niñas y que pueden tener características externas femeninas, pero poseen testículos internos u otros rasgos asociados con niveles elevados de testosterona. Esta categoría ha sido objeto de un debate internacional constante, especialmente en el atletismo, donde el caso de la doble campeona olímpica de 800 metros, Caster Semenya, provocó largas disputas legales sobre las normas de elegibilidad.
Un funcionario de World Athletics declaró recientemente que entre 50 y 60 atletas que experimentaron pubertad masculina han competido en eventos de atletismo femenino a nivel mundial y continental desde el año 2000. Las regulaciones de la federación rectora mundial han sido impugnadas y defendidas repetidamente ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo y otros organismos legales.
A pesar de que el COI recalcó que «no se trataba de un asunto transgénero», el controvertido tema resurgió con fuerza en los Juegos Olímpicos de París 2024, cuando la argelina Imane Khelif se alzó con el oro en la categoría de peso welter femenino de boxeo, un año después de haber sido descalificada del Campeonato Mundial tras una prueba de elegibilidad de género realizada por la Asociación Internacional de Boxeo. La taiwanesa Lin Yu-ting también compitió y ganó bajo los mismos criterios. Para la competición olímpica, la elegibilidad se basa actualmente principalmente en la designación de sexo que figura en el pasaporte. Esta decisión suscitó un debate entre atletas y dirigentes sobre la conveniencia de introducir un estándar de elegibilidad global uniforme.
El Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos confirmó recientemente que se realizarán pruebas de verificación de sexo a las esquiadoras y snowboarders antes de los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán-Cortina 2026. Mientras tanto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó a principios de este año una orden ejecutiva que busca prohibir la participación de mujeres transgénero en las categorías femeninas de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, lo que indica que la cuestión también podría verse influenciada por las políticas internas de los países anfitriones clave.
La relación del COI con las pruebas de verificación de sexo tiene una historia compleja. La organización introdujo los «certificados de feminidad» en los Juegos Olímpicos de México 1968, seguidos de pruebas cromosómicas en la década de 1970. Estas prácticas fueron ampliamente criticadas y finalmente abandonadas antes de Sídney 2000. Más recientemente, World Athletics ha adoptado lo que considera una prueba no invasiva mediante hisopado bucal para detectar la presencia del cromosoma Y como parte de la evaluación de elegibilidad.
La neozelandesa Laurel Hubbard se convirtió en la primera mujer abiertamente transgénero en participar en un evento olímpico cuando compitió en la categoría de halterofilia femenina de +87 kg en Tokio 2020. Hubbard, que había competido previamente en halterofilia masculina antes de su transición en 2013, no logró completar con éxito ningún levantamiento en la final.
Cualquier nuevo marco olímpico requeriría la aprobación de la Sesión del COI. Según The Times, podría anunciarse en febrero en Milán, poco antes de los Juegos Olímpicos de Invierno. De aprobarse, podría implementarse antes de los Juegos Olímpicos de Verano de Los Ángeles 2028 , aunque el calendario podría depender de los resultados de las consultas en curso con las federaciones, los atletas y los organismos médicos.
Por el momento, el COI sostiene que no se ha tomado una decisión definitiva. La organización ha recalcado que cualquier nueva normativa debe basarse en evidencia científica y aplicarse de manera coherente con los principios de inclusión y no discriminación.