ONTARIO, California, EE.UU. Andre Ward ha pasado los 14 últimos meses en el quirófano, en la mesa de los comentaristas, y en una agria disputa con su promotor. En cualquier lado menos en el cuadrilátero.
Ward (26-0, 14 nocauts) sabe que esa no es la manera de convertirse en estrella. El campeón olímpico finalmente parecía estar listo para dar el salto a la fama cuando derrotó a Chad Dawson en septiembre de 2012, la victoria más importante de su carrera.
El monarca del peso súper mediano (168 libras) todavía es considerado como uno de los mejores púgiles del planeta, sólo que cuando está boxeando y no haciendo otra cosa.
“Es muy difícil, nunca quieres estar inactivo”, concedió Ward. “Nunca quieres estar mirando desde afuera, especialmente contra tu voluntad”.
Después de ser operado por una rotura del manguito rotador y lograr un acuerdo con el promotor Dan Goossen, Ward regresa al ring el sábado contra el dominicano Edwin Rodríguez en un combate cerca de Los Ángeles.
Ward no pelea desde que le dio una paliza a Dawson en Oakland. Su cirugía descarriló un combate con Kelly Pavlik, y tuvo dificultades para encontrar un oponente una vez estuvo en condiciones de pelear.
Finalmente pactó con Rodríguez (24-0, 16 nocauts), un boxeador en ascenso que encara su oponente más difícil. Ward es uno de los púgiles más hábiles de la actualidad, con gran defensa y suficiente poder para noquear a cualquiera, especialmente a alguien que jamás ha enfrentado a un rival de su categoría.
Algunos se preguntan si Ward estará oxidado, pero el estadounidense no se preocupa.
“Lo bueno es que llevo 20 años en este deporte”, señaló. “Soy un tipo que doy el máximo cuando me entreno y me preparo, así que creo que el cuerpo me lo agradeció. Mi cuerpo se pudo relajar del combate, aunque seguía entrenando. Eso es lo bueno. Es muy difícil, pero así es mi historia”.