Ávila, quien compite en la categoría de 70 kilogramos y tiene 26 años, indicó que transcurrieron “alrededor de 20 minutos, nosotros con el muchacho tirado aquí, aquí afuera”, dice señalando nueva vez la explanada del Pabellón.
“Había una patrulla de Policía que también nos pudo haber ayudado y no nos brindó la ayuda. Nos dijo que no podía meterse en eso porque si él lo llevaba al hospital y en ese trayecto de aquí al hospital se moría eso le iba a traer un problema a él y por eso no nos quiso ayudar”.
Como reacción, Ávila y sus demás compañeros luchadores tomaron una decisión: un taxista.
“Entonces lo que pudimos conseguir fue un taxista. Unos compañeros de nosotros salieron a la calle a buscar uno, lo conseguimos y el taxista (que es) estudiante de medicina y cuando él lo vio, nos dijo que ya estaba muerto”, relata Ávila.
Explica que el taxista le tomó el pulso, le revisó las pupilas y “nos dijo que estaba muerto”.
Finalmente lo llevaron al centro hospitalario y cuando llegó “efectivamente estaba muerto, en el hospital intentaron reanimarlo, pero no pudieron reanimarlo. Dijeron que si hubiera llegado 10 minutos antes, quizá le hubiesen salvado la vida”.
No fue así. Ávila lamentó la falta de atención. “Por negligencia y por burocracia podríamos decir, no nos brindaron una ayuda”.
Destaca que lo importante es brindar la mano amiga, en lugar de pensar que quien pueda socorrer caiga en alguna dificultad o de meterse en un problema. “Por lo menos me llevo la satisfacción que ayudé a una persona. Eso es lo importante”, dice Ávila. ¿Perder un empleo, qué, cuánto paga la Policía, 10 mil pesos?”, cuestiona para subrayar “¿qué es eso?”
“Y yo estoy seguro que si ayudaste a esa persona no te van votar por ayudar a una persona, por salvarle la vida a una persona no te van a botar de una institución y es lamentable que estas cosas sucedan en este país”.