BUENOS AIRES.–Romper las barreras de la desigualdad de género en un deporte históricamente dominado por el hombre no es nada sencillo. Para una mujer, transitar este camino cargado de prejuicios e impedimentos es más que un desafío: es un combate eterno.
“En el 2000, cuando tenía 20 años, la familia de un amigo me ofreció ser árbitro de boxeo. Necesitaban una mujer que empiece un proceso para abrir puertas. Mi ex pareja era boxeador, por ende, ya conocía el deporte y me gustaba. Me pareció bien, hice los cursos necesarios y decidí entrar”, recordó Cobzac, de 38 años, en declaraciones a buenosaires2018.com.
En más de una ocasión, Cobzac ha sido descalificada peyorativamente por su condición de género en el deporte de los guantes: “Me discriminaron por ser mujer, sobre todo en mis comienzos. La situación era muy diferente a la actual. Algunas veces eran compañeros de trabajo, entrenadores y hasta por el público”, cuenta la referí, quien además trabaja en una compañía de electricidad.
Con una vasta trayectoria, opinó sobre el crecimiento de la mujer a puro golpe arriba del ring y a pasos agigantados en la sociedad: “Cada vez somos más en el mundo del boxeo, tanto arbitrando como peleando. Nos apoyamos mutuamente”.
Y agregó: “Intento ayudar a las mujeres a que empiecen a boxear. Ahora no es tan difícil como antes. Creo que debemos tener un espacio adecuado en la sociedad. Espero que el boxeo ayude a empoderar a las mujeres y darles la confianza necesaria para seguir adelante”.
Buenos Aires 2018 estableció un hito para los derechos de la mujer; se trataron de los primeros Juegos Olímpicos con estricta igualdad de género, ya que tomaron parte la misma cantidad de atletas hombres y mujeres.