El alemán Thomas Bach, electo este martes noveno presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), no hubiera llegado a ocupar el más poderoso cargo en el deporte mundial, si la entonces República Federal Alemana no hubiera boicoteado los Juegos Olímpicos de Moscú-1980.
Ganador de una medalla de oro en florete en equipo en los Juegos Olímpicos de Montreal-1976, Bach, de 59 años, tendrá ahora una ardua tarea para suceder al belga Jacques Rogge, tras 12 años en el poder.
El interés de Bach en ser un político del deporte se originó cuando trataba con los atletas afectados por el boicot a los Juegos de Moscú, tras la invasión soviética a Afganistán en 1979.
El alemán, el primer medallista de oro olímpico en transformarse en presidente del COI, logró calificar para los Juegos de Moscú mientras crecía el debate sobre si sumarse o no al boicot.
En 1980, Bach era vocero de los atletas de la República Federal Alemana que buscaban clasificar para Moscú pero “a raíz de que el gobierno presionó, el Comité olímpico alemán, desistió y boicotéo los Juegos”, afirmó.
Según Bach, ese episodio fue para él “un punto de inflexión entre ser un atleta y entrar en la política deportiva”.
Ingresó luego al comité olímpico alemán “porque quería evitar que la futura generación de atletas sufriera una situación similar, los atletas aspiran a competir en cada Juego y para algunos 1980 fue su última chance”, advirtió.
Desde entonces, puso la prioridad en la lucha contra el dopaje y en el cuidado de los atletas y sus necesidades.
El tres veces vicepresidente del COI desde su ingreso en 1991, sufrió un duro revés cuando no logró imponer a sus padres sus preferencias deportivas, lo que le cambió la vida.
El hombre que de pequeño “jugaba al fútbol en la calle de la mañana a la noche”, recordó que sus padres “querían resolver el problema de tener un hijo hiperactivo y vieron al deporte como una respuesta”.
“Yo dije: ‘bien!, mañana voy al club de fútbol local’ (en el pueblo de Tauberbischofsheim)’ pero ellos respondieron: ‘allí no hacen un buen trabajo, hay un joven que abrió un club de esgrima y hace un buen trabajo'”, confesó y, pese a llorar y discutir, terminó en el club de esgrima.
Unos 16 años más tarde, Bach volvería a su pueblo como campeón olímpico y fue allí donde tomó conciencia de lo realizado.
-NEGOCIOS Y OLIMPISMO-
Joven abogado de empresas, Bach descubrió las intrigas del COI en la era del español Juan Antonio Samaranch, de la mano del poderoso presidente de Adidas, Horst Dassler, del que fue fiel asistente hasta su muerte en 1987.
Su ascenso al Olimpo fue vertiginoso. En 1991, a los 37 años, entró en el club muy selecto de los miembros del COI. Nueve años mas tarde fue elegido por primera vez vicepresidente.
El ambicioso hombre fuerte del deporte olímpico alemán ganó galones negociando los derechos de televisación de los Juegos en Europa y al frente de la comisión jurídica del COI.
No obstante, comenzaron a crecer las críticas contra el también presidente de la Cámara de Comercio Alemana-Árabe.
La prensa germana se pregunta sobre su jugoso contrato como consultor de Siemens, que fue proveedor de los Juegos Olímpicos de Pekín-2008, pero fue exceptuado de todo conflicto de intereses por la comisión ética del COI.
Otra sospecha en el ámbito deportivo, surgió tras el respaldo público a su candidatura hecho por el jeque Ahmed al-Fahad al-Sabah de Kuwait expresidente de la OPEP, que reúne a los países exportadores de petróleo y titular de la Asociación de los Comités Olímpicos Nacionales.
El suizo Denis Oswald, uno de los frustrados candidatos a presidente del COI y titular de la Federación Internacional de Remo, dijo no tener “los mismos valores” que el ganador.
“Yo me imagino un presidente independiente y no dependiente de alianzas con otras personas y que no utilice su posición para otra cosa que no sea la defensa del deportes”, declaró a una radio de su país.
Una portavoz del COI aseguró luego que “Oswald reconoció que sus declaraciones sobrepasaron sus pensamientos”.
El alemán Thomas Bach, electo este martes noveno presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), no hubiera llegado a ocupar el más poderoso cargo en el deporte mundial, si la entonces República Federal Alemana no hubiera boicoteado los Juegos Olímpicos de Moscú-1980.
Ingresó luego al comité olímpico alemán “porque quería evitar que la futura generación de atletas sufriera una situación similar, los atletas aspiran a competir en cada Juego y para algunos 1980 fue su última chance”, advirtió.