Ocho minutos maravillosos de Kai Havertz desarmaron al Lille y pusieron la eliminatoria de octavos de final de la Liga de Campeones a punto de caramelo para el Chelsea, que irá a Francia con un cómodo 2-0 en el global.
Thomas Tuchel tomó la importante decisión de prescindir de Romelu Lukaku después de su desastroso partido del fin de semana, en el que solo tocó la pelota siete veces (récord histórico de la Premier League), y le confió la delantera a Kai Havertz como falso ‘nueve’.
Arriesgado dejar fuera a la gran apuesta de la temporada, un futbolista de 100 millones. Pero Tuchel acertó. Los ocho primeros minutos del alemán fueron los mejores desde que viste la camiseta del Chelsea. Al menos los más peligrosos. De más a menos y culminados con el gol que allanó el duelo en Londres.
Falló primero un remate en el área pequeña clarísimo, pero no se desmoralizó. A los dos minutos se plantó en el área, amagó al defensa y le pegó con rosca al palo largo. Jardim se estiró para mandar la pelota a córner.
Ziyech, que vive sus mejores días en Stamford Bridge, colocó el saque de esquina al corazón del área y Havertz apareció solo para marcar con un cabezazo picado.
El 1-0 a los ocho minutos prometía un paseo del Chelsea, pero se quedó estancado durante la primera parte. El Lille no inquietaba, ni con Renato Sanches ni con Jonathan David, y el Chelsea no encontraba la forma de atacar a los franceses. Demasiada parsimonia en el Chelsea, que tenía un resultado cómodo, más aún sin la regla de los goles fuera de casa, y los de Tuchel pudieron esperar a la segunda parte para que hubiera espacios y dejar más de cara la eliminatoria.
En un contraataque, rondando el minuto 60, Kanté arrancó desde campo propio. Nadie pudo parar su aceleración y llegó hasta la frontal. Se la dio a Pulisic, este cuerpeó al defensa, y la picó por encima de Jardim para hacer el 2-0.
——————
Juventus deja con vida al Villareal
Los goles del visitante Vlahovic a los 34 segundos de partido y de Parejo a mitad del segundo periodo propiciaron un empate en un encuentro nivelado que reserva sin un claro favorito para la vuelta en Turín el pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones.
Los tantos llegaron en dos de las escasas ocasiones del partido en las que quedaron en evidencia las defensas, que, en términos generales, superaron a los atacantes en el conjunto del choque.
Fue un encuentro en el que el Villarreal fue mejor en el primer periodo, ante un rival conservador, mientras que en la reanudación, el Juventus presionó más arriba, lo que dificultó el juego ofensivo del conjunto castellonense, aunque el equipo local supo encontrar una opción para nivelar el partido.
El partido se abrió con el gol de Vlahovic tras un remate cruzado en el que no dio opción a Rulli y que, además, dejó aturdido al equipo local, que no reaccionó hasta más de diez minutos después.
En el 13 se produjo la mejor ocasión local del primer periodo con un remate de Lo Celso que dio en el larguero y tres minutos más tarde un taconazo de Danjuma también creó peligro.
Ambas acciones dieron vida a los locales que se hicieron con el balón y fueron capaces de jugar cerca de la portería del equipo italiano, aunque sin crear más peligro en todo el primer periodo frente a un equipo replegado y muy ordenado en defensa.
Para ello había salido el Juventus con tres centrales (Danilo, De Ligt y Alex Sandro) con Cuadrado por la derecha y De Sciglio por la izquierda, con lo que tejió una red muy tupida para que los jugadores de Unai Emery no pudieran penetrar hacia el área de Szczesny.
El conjunto visitante se centraba en tapar cualquier hueco y en salir a la contra lo más rápido posible. Lo logró en el primero de sus dos objetivos, pero no tanto en el segundo, ya que sus llegadas apenas existieron.
Prueba de ella fue que el meta local, Gero Rulli, no tuvo que detener ningún balón en todo el primer periodo.
El primer disparo de la segunda parte corrió por cuenta de Álvaro Morata y dio paso a una fase del juego que poco varió respecto al de la primera parte, tras la entrada del experimentado Bonucci en el eje de la zaga forastera.
La principal novedad fue que el Villarreal no tuvo tanta posesión de balón como en el primer periodo, lo que supuso que el rival estuvo más suelto y con algo más de llegada que en la primera mitad.
Lo que no cambió fue la incapacidad de unos y otros para crear peligro ante la meta contraria: tras una hora de juego, las ocasiones de gol brillaban por su ausencia, mientras el dominio del conjunto español había menguado.