No iba a quedar así. No podía permitirse semejante arrojo de parte de Corea del Norte. Si bien la renuncia a ser parte de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 no tomó por sorpresa al Comité Olímpico Internacional (COI), las medidas ejemplares estaban al caer. Por eso, tras un breve receso, el máximo ente del deporte olímpico avanzó con la sanción al país asiático.
Este miércoles, Thomas Bach, el activo presidente del COI, anunció que la renuncia de Corea del Norte a presentarse en los Juegos de Tokio 2020 en julio y agosto por la pandemia del coronavirus tuvo y tendrá sus consecuencias. Por ello, suspendió hasta finales de 2022 al Comité Olímpico de Corea del Norte que, en abril pasado, había informado que no asistiría a la capital japonesa. “El Comité de Corea del Norte fue el único que no participó en los Juegos de Tokio. Con ello violó la Carta Olímpica e incumplió con su obligación de enviar una delegación de deportistas. Por ello, la Ejecutiva ha decidido suspenderlo hasta el final de 2022”, dijo Bach.
En suma, la Comisión Ejecutiva del COI frizó al Comité nacional de Corea del Norte “hasta el final de 2022”, un plazo que engloba a los Juegos de Invierno de Pekín (del 4 al 20 de febrero de 2022). Sin embargo, el máximo organismo olímpico se reserva la posibilidad de “reconsiderar” la duración del castigo.
Los deportistas norcoreanos, que no deben “sufrir las malas decisiones de sus autoridades”, no se ven automáticamente privados de poder competir en los Juegos de Invierno, detalló Bach.
Asimimso, precisó que si consiguen clasificarse para Pekín 2022, el Comité ejecutivo del COI “tomará una decisión apropiada en un tiempo útil”. Una posibilidad sería la autorización a competir bajo bandera neutral.
Además, esta disposición del COI trae como correlato una consecuencia financiera, dado que implica la supresión del apoyo al Comité Olímpico Norcoreano, que había sido ya congelado debido a las sanciones internacionales que pesan sobre ese país asiático. Esta medida implica que el Comité Olímpico Norcoreano no podrá beneficiarse de los distintos programas de ayudas a la denominada familia olímpica ni participar, en ningún modo, en el reparto de los ingresos de los Juegos de Tokio, “puesto que no contribuyó al éxito de los mismos”, según precisó Bach.