BARCELONA (ESPN) — El Barcelona superó la prueba del Villarreal. El Submarino Amarillo, que se presentó con un bagaje de ocho derrotas consecutivas en el estadio azulgrana, sumó su noveno fiasco ante un Barça que no dio síntomas de mejoría colectiva y se bastó con un cabezazo de Piqué en la primera parte y un remate picado de Aleñá para llevarse (2-0) una victoria tan poco brillante como justa.

Marcado a fuego Messi en la primera parte, cuando recibió hasta tres entradas durísimas de Víctor Ruiz, Álvaro y Cáseres, el mejor argumentó del equipo de Valverde lo representó Dembélé, incisivo e insistente, vertical y atrevido y que a través de su juego en la banda, en combinación con Semedo, salvó el tedio de una tarde con más intenciones que fútbol.

Encerrado atrás, el Villarreal tuvo su ocasión de oro en un triple despiste de Piqué, Lenglet y Ter Stegen, que permitió el remate envenenado de Gerard Moreno, que escupió el poste para poner el alerta a un Barça al trote e incapaz de romper la doble línea defensiva del submarino amarillo.

Tuvo que ser Dembélé, inasequible a los fallos y que dio la cara del primer al último minuto, quien con un maravilloso centro sirviera medio gol a Piqué, quien de cabeza logró el 1-0 a los 36 minutos, cuando la impaciencia comenzaba a asomar por la grada del Camp Nou.

LO JUSTO

No reaccionó hasta el segundo tiempo el Villarreal y si lo hizo fue, también, aprovechando el bajón de un Barça que perdió por el campo a Messi, apagado y hasta se diría que cansado. Líder consistente en el primer acto, en la continuación la prestancia del capitán poco menos que desapareció y el equipo, en colectivo, lo notó de sobremanera.

Se estiró el equipo de Javier Calleja, buscando el área azulgrana y, manteniéndose el mínimo 1-0 en el marcador provocó cierta incomodidad entre los jugadores azulgranas, sin saber llevar el ritmo y pendientes solamente de la electricidad de un Dembélé que mantuvo contra viento y marea la profundidad de un Barça cada vez más frío.

Messi… Tuvo que ser él quien, después de pasar de puntillas durante prácticamente toda la segunda mitad solventara convertir la duda en certeza. Temeroso el estadio de un susto del Villarreal, el capitán tomó el balón en la mediapunta de ataque, vio la carrera del joven Aleñá y le regaló una asistencia

magnífica, que el canterano finalizó con un toque sutil y fenomenal ante la salida de Asenjo para lograr el 2-0.

Y fin de la historia. Un Barça que sigue buscándose sin encontrarse ganó sin más aspavientos para sumar tres puntos frente a un Villarreal cada día más cercano a la cola de la clasificación