INSIDE THE GAMES.- Una crisis financiera está golpeando duramente el sistema deportivo del país norteamericano: el apoyo federal lleva dos décadas congelado, los costes se disparan y los profesionales advierten de que ya no pueden permitirse competir, lo que supone una amenaza creciente para los sueños olímpicos de la nación y su futuro en el escenario mundial.
«Si las cosas no cambian, veremos a mucha gente retirándose después de este ciclo olímpico, en muchos deportes diferentes en Canadá», advierte la lugeista Caitlin Nash en un reportaje de CBC News esta semana . En un mundo ideal, Nash estaría en su mejor momento justo a tiempo para los Juegos Olímpicos de 2030. En cambio, teme no llegar ni siquiera a la línea de salida. «He llegado a un punto en el que económicamente ya no puedo mantener este estilo de vida por mucho más tiempo», declaró la joven de 23 años a CBC Sports. «Es bastante devastador darme cuenta de que la decisión podría tomarse por mí, y no por mí. Nunca imaginé que mi carrera terminaría así».
Durante dos décadas, la financiación federal básica para el deporte se ha mantenido estancada, incluso con una inflación que ha superado el 50%. Según el Banco de Canadá, un artículo que costaba 100 dólares canadienses (61,82 euros) en 2005 ahora cuesta 153,50 dólares canadienses (94,90 euros). Sin embargo, este déficit persiste desde hace 20 años. En los últimos meses, varias organizaciones deportivas nacionales han sido informadas de que el gobierno federal planea reducir drásticamente su financiación. Si bien el gasto total técnicamente puede seguir siendo el mismo, ahora hay muchos más atletas que mantener que en 2005.
Cada año, el problema se agrava y, a medida que esto sucede, la presión financiera se extiende por todo el sistema. Muchas federaciones nacionales no solo tienen dificultades para funcionar con eficiencia, sino que luchan por funcionar en absoluto. Los costos han aumentado en todos los niveles, desde las cuotas de los equipos nacionales absolutos hasta la participación juvenil. Para Nash, esto significa 25 000 dólares canadienses (15 460 euros) en cuotas de equipo esta temporada olímpica, además de los gastos de viaje para eventos que se extienden desde Lake Placid, Nueva York, hasta Lillehammer, Noruega. La temporada pasada, comentó que sus cuotas eran de 20 000 dólares canadienses (12 360 euros), lo que cubría todo.
“Este año, para clasificar a los Juegos Olímpicos, necesitamos competir en todas las carreras posibles. Para cubrir ese déficit financiero, los atletas están asumiendo una mayor parte del costo”, explicó. Nash y sus compañeras de luge no son las únicas. En Bobsleigh Canada Skeleton, las cuotas de los equipos se han disparado, pasando de 2000 dólares canadienses (1240 euros) en 2022 a 25 000 dólares canadienses (15 460 euros) esta temporada. Inicialmente proyectadas en 30 000 dólares canadienses (18 550 euros), BCS logró reducir 5000 dólares canadienses (3100 euros) por atleta gracias a nuevos patrocinios y donaciones.
El aumento también refleja los mayores costos de viaje y alojamiento para el circuito de la Copa del Mundo en Europa. Anteriormente, algunos pilotos de bobsleigh cubrían personalmente esos gastos para sus equipos, pero eso ya no es sostenible. Incluso los campeones olímpicos están sintiendo el impacto. La patinadora de velocidad Isabelle Weidemann, quien ganó oro, plata y bronce en Pekín, reveló en febrero que ahora está endeudada, tras haber asumido costos que Speed Skating Canada ya no puede costear.
«La realidad es que nos estamos quedando muy atrás de nuestros competidores», declaró David Shoemaker, director ejecutivo del Comité Olímpico Canadiense, al periódico local mencionado anteriormente. «Alemania, Italia y Francia nos superan en gasto diez veces. Gran Bretaña invierte casi seis veces más. Es hora de que el primer ministro Mark Carney diga basta, que nuestros atletas importan. Este no es el sistema deportivo que habíamos imaginado», añadió.
El sistema de financiación deportiva de Canadá es notoriamente complejo . En esencia, existen dos fuentes principales de financiación: el gobierno y la iniciativa privada. Si bien todos los niveles de gobierno brindan algún tipo de apoyo, las organizaciones deportivas nacionales, que supervisan sus deportes a nivel de élite, dependen principalmente de la financiación federal canalizada a través de Sport Canada. Sus tres programas principales apoyan a los atletas, las federaciones nacionales y la organización de eventos, y las organizaciones provinciales y territoriales también pueden optar a ciertas subvenciones.
El campeón olímpico de kayak y ahora Ministro de Estado para el Deporte, Adam van Koeverden, describió el sistema canadiense como «altamente eficiente». «No es ningún secreto que más dinero en el sistema ayudaría», dijo. «Pero en lugar de que cada deporte presione para obtener su propia parte —natación, remo, rugby—, lo que realmente necesitamos es una mayor inversión en el deporte en todos los niveles de gobierno». «Eso incluye el nivel federal. Diría que hemos sido líderes en ese sentido. Hemos aumentado los fondos destinados al deporte, la actividad física, la recreación y el juego, desde los parques infantiles hasta los podios», afirmó.
Sin embargo, la contribución federal básica se ha mantenido congelada durante 20 años . En el presupuesto de abril de 2024, el gobierno propuso 41 millones de dólares canadienses (25,3 millones de euros) a lo largo de dos años para el Programa de Apoyo al Deporte, la Comisión para el Futuro del Deporte en Canadá e iniciativas deportivas comunitarias. Los atletas también tienen acceso a asistencia financiera directa a través del Programa de Asistencia al Atleta, un fondo de 40 millones de dólares canadienses (24,7 millones de euros) que apoya a más de 1900 atletas elegibles. Algunos, como Nash, reciben estipendios mensuales durante todo el año. Aun así, las sumas son exiguas. Si se dividieran equitativamente, los 40 millones de dólares canadienses (24,7 millones de euros) equivaldrían a aproximadamente 21 000 dólares canadienses (12 980 euros) por atleta al año, apenas suficiente para cubrir los gastos del equipo de Nash y por debajo del umbral oficial de bajos ingresos de Canadá para 2023.
La financiación privada constituye el segundo pilar fundamental, desde los patrocinios corporativos hasta los trabajos secundarios. Sin embargo, para la mayoría de los atletas, conseguir patrocinadores es difícil. Una marca como Red Bull obtendrá mucha más visibilidad con el traje de baño de Summer McIntosh que con el mono de Weidemann. Otros recurren al micromecenazgo, como hizo el equipo femenino de rugby cuando recaudó 1 millón de dólares canadienses (618 000 euros) para competir en Inglaterra.
El deporte moderno de alto rendimiento ha evolucionado mucho más allá de las sesiones de entrenamiento ocasionales. Competir a nivel mundial exige ahora dobles jornadas de entrenamiento, apoyo nutricional y fisioterapéutico, y recuperación continua, lo que deja poco tiempo para trabajos secundarios. Sin embargo, muchos atletas aún compaginan trabajos a tiempo parcial, o incluso a tiempo completo. La piloto de bobsleigh Cynthia Appiah trabaja para los Toronto Blue Jays de béisbol, mientras que su antigua compañera de frenado, Dawn Richardson Wilson, es funcionaria de prisiones.
Una de las principales fuentes de financiación, el programa « Own The Podium», canaliza inversiones específicas hacia atletas con posibilidades de medalla a través del Comité Olímpico Canadiense, pero incluso esta se ha reducido. Tan solo en BCS, la financiación disminuyó en 1,1 millones de dólares canadienses (680 000 euros) con respecto al ciclo olímpico anterior, según el director ejecutivo Kien Tran, quien afirmó que su organización estuvo «a semanas de la bancarrota» cuando asumió el cargo en mayo de 2024. Para mantenerse a flote, BCS implementó recortes drásticos, llegando incluso a vender trineos para cuadrar las cuentas. «Cuando se pierde esa cantidad, ahí es donde empiezan los problemas», declaró Tran, y concluyó: «Los recortes fueron tan profundos que perdimos patrocinadores y nos quedamos sin dinero. Desafortunadamente, son los atletas quienes pagan las consecuencias».
Los atletas también pueden solicitar becas del Fondo de Excelencia del Comité Olímpico Canadiense (COC), que premian a los medallistas con 20 000 dólares canadienses (12 360 euros) por el oro, 15 000 dólares canadienses (9270 euros) por la plata y 10 000 dólares canadienses (6180 euros) por el bronce. A pesar de estas limitaciones financieras, el Equipo de Canadá brilló en París 2024, obteniendo 27 medallas, incluidas nueve de oro, un récord nacional para unos Juegos Olímpicos no boicoteados. Sin embargo, como señala Nash, el éxito podría ser un arma de doble filo. Algunos se preguntan si los triunfos de Canadá han disminuido la urgencia de una reforma. Shoemaker rechaza rotundamente esta idea.
«Los atletas canadienses son fenomenales. Una y otra vez, superan a sus rivales con muchos menos recursos. Pero eso no justifica la falta de financiación», afirmó. «Es inspirador ver todo lo que logran con tan poco, y también me da esperanza. Imaginen lo que podríamos conseguir como nación deportiva si tan solo invirtiéramos un poco más».
Mike Bartlett, director ejecutivo de Canada Basketball y copresidente del Grupo Parlamentario sobre Deportes de Verano, se enfrenta al mismo desafío. Su organización ha experimentado un auge de interés público y un regreso olímpico histórico para su equipo masculino, pero sus recursos siguen siendo insignificantes en comparación con los de sus competidores internacionales. «Intentamos llegar a la meta al estilo canadiense, con garra y pasión, y a veces eso basta. Otras veces no», afirmó Bartlett. «El dinero es el argumento más sencillo. Mi factura del supermercado en 2005 no costaba lo que cuesta ahora. Entonces, ¿por qué debería costarle tanto al deporte?», preguntó el ejecutivo.
