RIO DE JANEIRO. Notablemente acelerado aún tras la carrera de los 400 metros, Luguelín Santos abrió los ojos como platos y exclamó: “¡Salí fataaal!”. El velocista dominicano llegó a temer por un instante un estrepitoso fiasco en los Juegos Olímpicos, pero acabó reaccionando a tiempo para clasificar el viernes a la ronda de semifinales.
“Dije: ‘¡No! ¡Oh Dios, no puede ser! ¡Se van! ¡Se van! ¡Se van!’. Y salí detrás de ellos, agarré la recta en primer lugar, y ¡Pam! ¡Pam! ¡Pam! Le pisé y (Wayde) Van Niekerk fue primero y yo segundo”, resumió el dominicano, aún con las pulsaciones a mil tras una reacción de pura adrenalina.
Santos espera iniciar de una manera bien distinta dentro de 24 horas en segunda ronda, consciente de que es una de las estrellas latinoamericanas de Río y de que su propia progresión demanda ya otro golpe sobre un gran escenario, tras colgarse la medalla de plata en los pasados Juegos de Londres.
“Es mi momento”, aseguró tras firmar un tiempo de 45.61 segundos en su estreno, el segundo mejor de su serie y 23ro global, lejos de su mejor marca personal de 44.11, firmada hace justo un año en el Mundial de Beijing.
Ufano y sonriente, Santos no perdió su buen humor pese al susto sufrido, que bien podría haber acabado en drama, tras tantas horas de sacrificio y entrenamiento.
“Es la primera vez en mi vida que me siento tan nervioso antes de una carrera. Me repetía ‘¿Lo lograré, sí o no?’. Mis primeros 200 metros fueron fatales, muy malos, pero el segundo tramo fui por más y allí está el tiempo”, señaló el aliviado velocista, ya con la vista puesta en sellar el siguiente boleto a la final. “Este año he tenido muchas lesiones. La última me tuvo un mes sin hacer nada. Luego entrené dos al máximo y llego bien. Mi entrenador me ha dado mucha confianza y voy para allá”.
Abanderado de la delegación dominicana en la ceremonia inaugural de los Juegos hace justo una semana, Santos acumula honores nacionales tras subirse al podio hace cuatro años. “Siempre me vienen recuerdos de Londres. Mañana voy a estar igual. Ha llegado mi momento. Voy detrás de la final y luego mi medalla. El Luguelín de hace cuatro años no tenía la capacidad para poder tomar decisiones en carrera y decir ‘vamos’. Ahora me siento mucho mejor. Estoy bien y voy a mil”.