COPA DAVIS.– Marcelo Arévalo siempre tuvo sus sueños muy visibles. Con el tenis en su cabeza, sus inicios en El Salvador lo enseñaron como uno de los mejores juniors del mundo. Raquetero en mano, su desarrollo continuó en Estados Unidos, donde entrenó y asistió a la universidad. Referente absoluto en el deporte de su país, ‘Chelo’ se asentó en el circuito mundial de dobles y es un emblema latinoamericano en la Copa Davis, donde ha disputado 30 eliminatorias. Todo un símbolo.
Radicado en Florida, Estados Unidos, Arévalo le sacó provecho al aislamiento por el coronavirus para compartir tiempo con su esposa Lucia y para ver crecer a su primer hijo, Marcelo Jr. “Soy muy feliz en esta nueva etapa de mi vida como padre. Es hermoso y especial. Creo que todo pasa por una razón, y yo supe encontrarle la parte positiva a todo esto que estamos viviendo a nivel mundial. Vi a mi hijito dar sus primeros pasos y eso es impagable. Son momentos para toda la vida”, confesó en una entrevista de Instagram Live para @CopaDavis.
Oriundo de Sonsonate, Arévalo recorre el mundo con la bandera de El Salvador. Su tierra, uno de sus tantos orgullos. “Disfruté mucho de mis años como juvenil en casa. Ya a partir de los 14 años empecé a tomarme el tenis de verdad, con mayor seriedad. Comencé a estudiar a distancia y lo mezclé con mis entrenamientos”, explica. Dos años más tarde disputó sus primeros torneos ITF en México: allí se instalaba y recorría en ómnibus el país, de un lado a otro, en busca de sus primeros puntos para el ranking.
En este amor por el tenis mucho tuvo que ver su hermano mayor Rafael, ex doblista de Copa Davis, quien lo guió en este largo camino. Una fuente de inspiración. “Nos llevamos excelente. Él dejó el tenis muy joven, a los 21 años, cuando estaba dentro de los mejores 400 del mundo. Me ayudó y me entrenó. Rafa creó su academia y siempre estuvo ligado a este deporte, también como jugador de la Davis”, remarca ‘Chelo’, de 29 años.
Si bien viaja alrededor del mundo durante varias semanas, Arévalo visita su país cuando va de vacaciones dos veces al año. Allí se relaja, disfruta con sus amigos y le dedican tiempo a las distintas aficiones: los coches y las motos. “Además, mis padres tienen una cabaña en la montaña, así que los fines de semana también nos vamos a descansar en el medio de esa tranquilidad”, detalla quien tiene a Melbourne como su ciudad favorita.
Una carrera en crecimiento
Arévalo parece haber encontrado su espacio en el circuito de dobles. Hoy está ubicado en el puesto 57 del escalafón y fue 45° en 2018. En ese mismo año el salvadoreño alzó su primer título en el torneo de Los Cabos, México, junto al local Miguel Ángel Reyes Varela. “Es el mejor recuerdo de mi carrera. Levantar una copa siempre es especial. Con ‘Micky’ tomamos mucha confianza y nos dimos cuenta de que podíamos competir en este nivel. Realmente en esa semana todo resultó perfecto y el ambiente fue increíble”, indica.
El inicio de 2020 lo había tenido al salvadoreño como uno de los principales animadores del circuito hasta el receso obligado que provocó la pandemia: sus mejores registros fueron las semifinales en Nueva York y Delray Beach, y la final en Santiago. A tal punto que hoy se ubica octavo en la carrera hacia Londres. “Un Masters de fin de año sería otro sueño a cumplir”, admite con una sonrisa.
Aunque en enero hubo algo todavía más relevante que lo llevó (una vez más) a ser noticia en El Salvador. Arévalo logró un nuevo hito para el tenis de su país: se convirtió en el primer salvadoreño en trepar a los cuartos de final de un certamen de Grand Slam, al llegar a esa instancia en el Abierto de Australia. Su pareja fue su actual compañero, el británico Jonny O’Mara. “Lo más satisfactorio resultó que le ganamos a dos parejas que están dentro de los mejores como Jurgen Melzer-Edouard Roger Vasselin y John Peers-Michael Venus. Eso te aporta mucha motivación y te lleva a creer que todo es posible. Nos generó una enorme confianza”, subraya.
Emblema latinoamericano en la Copa Davis
Marcelo Arévalo tuvo su estreno en 2005, con apenas 14 años. Por los play-off del Grupo III, su debut se dio ante Honduras, en Bolivia. “Era un niño y estaba muy motivado. En ese momento creí que iba a ser la única vez en la vida que iba a compartir un equipo con mi hermano, pero el futuro nos llevó a disputar muchísimas eliminatorias juntos. Rafael era mi ídolo”, sostiene.
De ahí en adelante, Marcelo ha sido un ejemplo para el tenis salvadoreño. Salvo en 2007, en todos los años dio el presente en la Davis y ostenta un récord de 44 victorias y 28 derrotas entre singles y dobles. El número impresiona: 72 juegos en su haber. “Es uno de mis eventos favoritos, sin dudas. Siempre la vivo de una manera muy especial. Y he tratado de no fallar en ninguna confrontación”, confiesa.
Dentro del amplio bagaje, ‘Chelo’ elige como favorita una eliminatoria contra México, cuando los derrotaron por 3-2 en abril de 2013. La sede resultó la Federacion Salvadoreña de Tenis, en Ciudad Merliot. “Un momento increíble porque fue la primera vez que los pudimos superar. Sumado a que batimos el récord de espectadores con más de 2000 personas en nuestro pequeño estadio. El clima era precioso. Me dio mucho gusto celebrar esa serie”, dice.
El Premio Compromiso de la Copa Davis es presentado por la Federación Internacional de Tenis a los jugadores que han demostrado una larga dedicación a representar a sus países en esta prestigiosa competencia. El premio fue concebido como parte de las celebraciones del centenario de la ITF en 2013 y lanzado en la final número 100 de la Copa Davis en 2012.
Previo a la introducción de un nuevo formato de la competencia en 2019, el premio se entregaba a jugadores que habían competido en 20 series del formato de local y visitante o en 50 series en cualquier nivel de la competencia, incluidas las series de grupo zonal. Bajo la revisión de los criterios de premiación a partir de 2019, los jugadores ahora acumulan puntos por competir en la Copa Davis y se hacen acreedores del premio al alcanzar 40 puntos. Arévalo, claro, cumple con creces esta petición. “Me lo entregaron en una serie contra Uruguay. Lo vivi y lo vivo como un honor, me sentí muy orgulloso y halagado por el premio que me otorgó la ITF. Y lo más bonito es que lo recibí con mi hermano”, enfatiza.
Para el menor de los Arévalo siempre hay espacio para nuevos sueños en relación a la Copa Davis. “Yo siempre he querido llevar al equipo al Grupo I, inclusive ahora con el nuevo formato y a pesar de la fuerza de los países europeos. Hemos estado cerca en 2013 cuando jugamos en casa frente a Venezuela, pero no se nos dio. No pierdo la esperanza de que en un par de años podamos cumplir ese anhelo”.
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