Esta semana, el diario Sunday Times de Inglaterra destapó un escándalo sobre reventa de tiquetes para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en el que estarían involucrados 27 oficiales y agentes de al menos 54 países distintos. El reportaje realizado por el diario y las pruebas presentadas llevaron a que el Comité Olímpico Internacional (COI) abra una investigación para descubrir la veracidad de las acusaciones.
Desde el organismo rector de los Olímpicos, uno de sus miembros más importantes, Denis Oswald, ha sido contundente en relación a la postura que se debería asumir. “Estas personas deberían ser expulsadas del movimiento olímpico”, comentó Oswald al diario inglés Telegraph.
Dopaje, corrupción, apuestas y reventa ilegal de boletas, son algunos de los muchos problemas contra los que los dirigentes se tienen que enfrentar día a día en su intento de mantener la transparencia y la honestidad dentro del deporte. Play The Game es una iniciativa que opera hace más de una década en el ambiente deportivo internacional. Esta plataforma de debate dinámico, como la describe su director internacional Jens Sejer Andersen, tiene el objetivo de reforzar la democracia, la transparencia y la libertad de expresión en el mundo del deporte.
Lo más preocupante de todo es que muchas veces son las mismas personas involucradas con el deporte (oficiales, atletas, jueces) los que rompen las reglas. “Las organizaciones que controlan y dirigen el deporte mundial son muy jerarquicas y cada una tiene monopolio en su deporte particular. Manejan grandes fortunas con muy poco control, sea control interno por sus asociaciones, sea control externo por gobiernos o medios de comunicación”, dijo Andersen en entrevista exclusiva con Terra.
También explicó que “muchas veces abusan de este poder para expulsar y alienar a cualquiera que tenga puntos de vista distintos a los suyos, que tengan un pensamiento crítico, que presenten pruebas de algunos procesos y decisiones equivocadas. Frecuentemente, estas personas que buscan transparencia son marginadas y ridiculizadas, en algunos caso multadas y hasta amenazadas por aquellos que ostentan el poder”.
Apuestas en los Juegos Olímpicos
Acerca del tema de las apuestas ilegales, Jens Sejer Andersen se muestra más tranquilo. Para él, los Juegos son un tipo de evento que difícilmente está al alcance de la mano negra de las mafias.
“Es muy difícil para las organizaciones criminales operar en ‘plena luz del día’ y hay mucha luz cuando hablamos de los JJ.OO., Eurocopa, Copa del Mundo. La atención pública mundial se concentra en estos eventos, pero no se puede excluir del todo que alguna competición pueda ser manipulada. Afortunadamente, el ambiente es favorable para que esto no ocurra”, comentó Andersen.
La mafia, como explicó Jens Sejer a Terra, prefiere operar en escenarios donde los focos de atención mediática son menores y dio como ejemplo las segundas divisiones del fútbol en países como Bélgica, Alemania, Turquía, España y cualquier otro país donde existen atletas profesionales que ganan muy poco y que trabajan en condiciones muy difíciles. Por estas razones, son más fáciles de corromper.
Pese a que las apuestas ilegales no son algo que se dé comúnmente en los Juegos, el COI hace grandes esfuerzo por evitar que los Olímpicos sean manchados por este tipo de fraude. El organismo rector de los Juegos debe mantener los ojos abiertos sobretodo en competiciones individuales, donde un atleta es más vulnerable que un equipo, y deportes de estética, como la gimnasia y el nado sincronizado, donde los resultados son decididos por jueces.
“La meta de las apuestas ilegales no es conseguir resultados inesperados que llaman la atención, es asegurar resultados esperados, eliminar su imprevisibilidad. De todos modos, se puede suponer que los Juegos Olímpicos están algo protegidos precisamente por la grandiosa naturaleza del evento”, dijo Andersen.
Play The Game, con sede en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, tuvo su primera conferencia hace ya 15 años y es considerada la primera iniciativa para atraer la atención de la prensa internacional en la discusión de la interacción entre los medios de comunicación, la sociedad y el deporte. Durante esta década y media se han encargado de trabajar lado a lado con periodistas, académicos y lo que en inglés se denominan como “whistleblowers”, aquellas personas que se encargan de sacar a la luz pública escándalos de dopaje, apuestas y corrupción.
Andersen confiesa que aquellos que no siguen su línea de pensamiento los catalogan de “perros guardianes”, pero para el resto de personas son “ángeles de la guarda”, por su labor de mantener las políticas de transparencia y cambiar aquellas que se encargan de eternizar los malos manejos de los procesos logísticos en las federaciones y organismos deportivos.
“Luchamos contra las muchas formas de corrupción en el mundo del deporte, que abarcan la mala gerencia y la corrupción en las federaciones, el dopaje y la venta ilegal de drogas deportivas”, comentó Andersen.
El director internacional de Play The Game hizo gran énfasis en una problemática que se vive en la mayoría de los países subdesarrollados: la falta de fomento. “Utilizamos gran parte de nuestros esfuerzos en motivar a las federaciones para que realicen una mayor inversión en el desarrollo del deporte”, afirmó Andersen. “Tratamos de ayudar a generar oportunidades a niños y jóvenes que no tienen opciones para practicar y desarrollar el deporte a nivel local”.
Desafortunadamente, Play The Game tiene muchos enemigos. “Al ser una organización independiente, el amor que nosotros profesamos por el deporte no es retribuido por las grandes federaciones deportivas. Nos miran con escepticismo porque a ellas no les favorece un debate independiente que cuestione sus decisiones y sus procesos”, lamenta Andersen.
Pero no todo es negativo. Las federaciones poco a poco se van abriendo a sus iniciativas y al parecer, se está gestando una transformación en la manera de dirigir las entidades deportivas. “Afortunadamente hay un cambio de vientos, un cambio de mentalidad. Ahora con el COI tenemos un dialogo no muy estrecho, pero constructivo”.