Adiós al fenómeno de Baltimore. El más grande de la historia de la natación, el estadounidense Michael Phelps, se despidió de los Juegos Olímpicos con una última medalla de oro en los relevos 4×100 metros estilos (3:29:35), con lo que aumentó su legado e impuso un nuevo récord de 22 preseas olímpicas, el mayor número de medallas en la historia.
La leyenda de Estados Unidos disputó en Londres la última prueba de su vida olímpica, pues como se recuerda, en mayo de este año anunció que no estará en Río de Janeiro 2016.
“He podido ir a maravillosas ciudades en mis viajes y no he podido verlas. Veo el hotel y el jardín, eso es todo. Después de estos Juegos (Londres 2012), voy a ir y hacer lo que quiera hacer”, afirmó Phelps en su momento, tras explicar que en su decisión influyó el cansancio acumulado durante los últimos años por las exigencias que supone la alta competición.
Phelps vive realmente un momento de gloria, pues ha ganado en Londres cuatro oros: en los 200 estilos, los 100 mariposa y el relevo 4×200 libre, una plata en los 200 mariposa y otra en el 4×100 libre, y solo se quedó fuera del podio en los 400 estilos. Además de esto, logró ocho oros en Pekín 2008 y seis oros y dos bronces en Atenas 2004. Sin duda, el atleta más laureado de la historia.
El estadounidense ganó ayer la medalla de oro en los 100 metros mariposa, conquistando así su vigésima primera presea olímpica. “Fue mi última carrera individual y fue tremenda. Fue emocionante el salir de la piscina. La gente se había vuelto loca. Es algo con lo que había soñado. Fue divertido”, añadió, tras vencer nuevamente al serbio Milorad Cavic, tal y como ocurrió en la ya histórica final de Pekín 2008.
En esta prueba, Phelps demostró un nivel extraordinario, el de Pekín 2008, silenciando una vez más a sus críticos. Este triunfo en la final de los 100 metros mariposa y su estilo predilecto en la natación, lo hicieron además poseedor de la triple corona en dos pruebas olímpicas, un hito más a su palmarés. El estadounidense tuvo unos espectaculares últimos 25 metros, en los que pareció volar sobre la piscina del Centro Acuático de Londres.
Si bien no fue dominador absoluto como había ocurrido hace cuatro años en Pekín, donde había batido el récord de su compatriota Mark Spitz de siete oros en los Juegos de Múnich 72, Phelps fue de menos a más y cumplió con su apuesta de lograr en Londres 2012 nuevas proezas olímpicas.
De las 22 preseas, 18 son doradas, un hito que sin dudas tardará decenios en superarse, tal como ocurrió con el récord de la gimnasta soviética Larisa Latynina, el cual fue quebrado por Phelps luego de 48 años.
“Hay gente joven que va a llevar la natación a otro nivel; para mí es un honor formar parte de todo esto”, aseguró Phelps, a la espera de que algún día alguien rompa su gran proeza.