La NBA es una liga en la que las épocas quedan marcadas por las estrellas. Pocas veces se observa el trabajo que realizan algunas franquicias en base a cualidades como el carácter, el esfuerzo, la actitud y la confianza individual de cada jugador para luego conformar un gran equipo. Quizás uno de los equipos que lleva consigo todos estos legados es Miami Heat.
El ganador de la Conferencia del Este tiene una plantilla formada por varios jugadores que, lejos de formar parte del show time, demuestran partido a partido que la figura no siempre será el mismo, sino que ese premio puede ser para cualquiera y los egos están por fuera. Uno de los basquetbolistas de los Heat que sostiene esa bandera es Duncan Robinson, un jugador que lleva en su impronta todas las cualidades para aparecer cuando se lo necesite y que en tres años dio un giro inesperado en su vida.
Una parte importante de la sorprendente y exitosa campaña de Miami Heat en los playoffs en la burbuja, y que significó el pasaje a las finales de la liga, estuvo guiada por este alero de 2,01 m y de 26 años. Por tratarse de un jugador de segundo año, no se conoce mucho sobre su historia. Además, su improbable camino hacia la NBA cuenta con un hecho llamativo que se dio a conocer por estas horas, tras la clasificación de su equipo a la definición frente a Los Ángeles Lakers.
Sus comienzos en el básquet universitario estuvieron repletos de altibajos. En su primer año jugó en Williams College, un equipo de la División III de la NCAA. Sus grandes desempeños y sus números durante el año 2014 le significaron el salto a la División I, por eso decidió irse a jugar a la Universidad de Michigan. Con este traspaso, Robinson se convirtió en el primer jugador de la historia en transferirse de la División III a la División I, con una beca completa, según cuentan varios medios norteamericanos.
Luego de estar parado un año por reglas de transferencia, su camino en Wolverines de Michigan comenzó en la temporada 2015/2016 donde tuvo una gran participación desde lo individual y más tratándose de un basquetbolista que daba el salto desde dos divisiones inferiores. Pero lo que iba a venir para Robinson las siguientes campañas no iban a ser de lo mejor. Tanto en su segundo como en su tercer año las pasó mayormente sentado en el banco de suplentes y a partir de allí su vida hizo un clic con una anécdota que fue revelada en estas últimas horas por parte de dos periodistas de Estados Unidos.
En 2017, y mientras todavía se desempeñaba en la Universidad de Michigan, Duncan pensó que su carrera como jugador de básquetbol estaba terminada. Inmediatamente comenzó a contactarse con algunos comunicadores norteamericanos manifestándoles su deseo y sus ganas de ingresar a trabajar a los medios deportivos. Incluso, la respuesta de uno de ellos fue que se apegue al deporte y más específicamente al básquet. Quizá, sin haber tenido suerte en su búsqueda continuó en Michigan cursando sus estudios universitarios y afrontando su último año en la NCAA. Sin un rendimiento parejo desde lo individual, aunque con algunos buenos números como tirador de tres puntos, Robinson no fue seleccionado en el Draft de la NBA 2018. De todos modos, no perdió la confianza.
Con toda la fe en sí y seguro de lo que podía dar, Duncan firmó ese mismo año un contrato para jugar en la Liga de Verano con Miami Heat. Allí, en siete partidos jugados demostró su potencial con muy buenos números. Gracias a su excelente rendimiento pudo firmar un contrato de doble vía en el equipo de Florida y eso le permitía jugar para el equipo de la G-League de los Heat y también para el conjunto dirigido por el entrenador Erik Spoelstra que lo seguía atentamente en cada uno de los partidos que jugaba para Sioux Falls Skyforce, el conjunto de Miami que juega en la G-League.
Jugando para los Sioux Falls Skyforce llegó a promediar 48% en tiros de tres puntos y eso significó que, finalmente, el 24 de octubre de 2018 le llegó el premio a la constancia y a su confianza: Duncan Robinson tuvo su debut en la NBA en la victoria de los Heat sobre New York Knicks por 110 a 87, en el que este joven comenzaba a vislumbrar en la NBA y anotó un triple, el arma que lo caracteriza. Su momento decisivo con la camiseta número 55 en sus espaldas llegó en un partido disputado el 10 de diciembre de 2019 contra Atlanta Hawks. Aquella noche Robinson anotó 10 triples y 34 puntos en la victoria de su equipo por 135 a 121.
Las lesiones de varios de sus compañeros considerados jugadores franquicia, como Jimmy Butler y Goran Dragic durante la presente temporada, le dieron la posibilidad a Spoelstra de creer en lo que Robinson podía aportarle al equipo, por eso decidió darle la responsabilidad de asumir como titular para reemplazar a las figuras. Robinson lo aprovechó. Con rendimientos altísimos y muy buenos porcentajes, rápidamente demostró estar listo para la NBA y hoy lo tiene listo para jugar las finales de la mejor liga del mundo, luego de haber querido dejar.
La confianza por parte de Erik Spoelstra hacia Duncan Robinson no es casualidad. Todo tiene un comienzo en el que el actual coach se vio reflejado. Cuando Pat Riley, actual General Manager de Miami Heat, asumió como entrenador de la franquicia en 1995, Spoelstra era coordinador del sector de análisis de video del equipo. Con la llegada de Riley, Erik se vio afuera y sin trabajo, pero nada de eso pasó. Por contrato, el General Manager no pudo llevar a su coordinador de video y depositó toda su confianza en Erik. A tal punto que, desde 1997 hasta 2008, Spoelstra fue entrenador asistente y luego se convirtió en el sucesor de Pat.
Esta vez, el legado de la esperanza le toca asumirla a Erik Spoelstra y confiará en el potencial que Duncan Robinson le demostró para convertirse en una pieza clave de la plantilla de Miami Heat, que buscará su cuarto anillo frente a Los Angeles Lakers.