PARÍS (Reuters). Una mañana de la primavera boreal, unos 50 hombres vestidos de caqui y montados en un camión blindado negro se acercaron a un edificio de oficinas abandonado en las afueras de París y volaron la ventana del segundo piso con un artefacto explosivo.
Tras retirar los fragmentos de cristal del marco de la ventana, se introdujeron por el agujero y entraron en el edificio cubierto de graffiti en busca de rehenes, en realidad miembros de la Gendarmería.
La maniobra, preparatoria de los Juegos Olímpicos del 26 de julio al 11 de agosto, fue uno de los últimos ensayos generales de un acontecimiento que nadie quiere que se produzca.
Fundado hace 50 años tras la masacre de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, en la que murieron 11 israelíes en un atentado perpetrado por un grupo militante palestino, el GIGN es una de las unidades tácticas de élite de Francia, responsable de la liberación de rehenes, operaciones antiterroristas y otras incursiones de alto riesgo.
Si se produjera un incidente de este tipo en los Juegos, que estarán un paso más cerca de hacerse realidad el miércoles por la noche, cuando la antorcha olímpica llegue a Marsella, se recurrirá al GIGN.
Ghislain Rety, comandante del GIGN, declaró que su equipo estaba preparado. “Sería deshonesto decir que no hay riesgo, pero se minimiza al máximo”, afirmó.
París ha estado en alerta máxima desde los atentados islamistas de 2015, en los que murieron 130 personas y cientos resultaron heridas. Aun así, los Juegos Olímpicos, y en particular la ceremonia inaugural, representan un reto de seguridad como ningún otro.
Con 300.000 personas viéndola desde las orillas del río y millones más sintonizándola por televisión, la ceremonia se celebrará en barcazas a lo largo de un tramo de 6 kilómetros del Sena.
Rety dijo que el GIGN colocaría a dos hombres -vestidos de civil, para no angustiar a los espectadores- en cada una de las barcazas que transportan a los atletas, con 350 agentes del GIGN asignados a la Ceremonia de Apertura.
Se instalarán tiradores en los tejados de los grandes edificios que bordean el Sena, y también se desplegarán fuerzas bajo las calles de la ciudad. En total, unos 50.000 policías y soldados franceses protegerán París durante los Juegos, con la ayuda adicional de unos cuantos miles de agentes de seguridad extranjeros.