En 2007 todo el mundo conoció el caso del jugador estrella de fútbol americano Michael Vick, famoso mariscal de campo que fue encarcelado por cargos de maltrato animal.
Se descubrió que un criadero de su propiedad “Bad Newz Kennels” era un proveedor de perros de pelea, y que este deportista “ejemplar” estaba totalmente involucrado en el sangriento negocio.
Desde que el caso de la salió a la luz, la Humane Society de EEUU (HSUS) fue constantemente tras las autoridades policiales y judiciales para asegurar una pena ejemplar para Vick, considerado hasta entonces prácticamente un héroe por los niños y jóvenes seguidores de su equipo, los “Halcones de Atlanta”.
Lo primero que hizo la HSUS fue contactar con la National Football League (NFL) para que suspendiera al jugador. La entidad respondió positivamente, suspendiéndolo de manera indefinida, estableciendo además una investigación interna por los cargos de peleas de perros. Luego la HSUS contactó con los auspiciadores del deportista, para suspender los eventuales contratos por la mala propaganda a la marca.
Uno de los primeros en responder de manera tajante fue Nike, que declaró haber “suspendido el contrato de Michael Vick sin pagos, y no enviará más productos de esta línea a sus proveedores”.
Tras algunos meses de investigación, en que se reveló no sólo la existencia de una red interestatal de peleas de perros, también se encontró evidencia de tráfico de drogas y apuestas ilegales.
El jugador fue declarado culpable de los cargos de maltrato animal -que hasta entonces sólo era considerado un “delito menor”, pero desde el caso de Vick y la presión de las organizaciones animalistas y la opinión pública, pasó a considerarse un delito grave.
En el juicio, confesó haber pagado con su propio dinero muchas de las operaciones de la red y haber participado en peleas en diferentes estados; además de matar él mismo mediante electrocución o mazazos a los perros que no tenían un “buen comportamiento en la pelea”.
Frente a estos hechos y su evidencia, Vick fue condenado a reclusión en la cárcel federal (3 años, reducible por buena conducta) y una multa de 2.500 dólares. Además, debió pagar aproximadamente 1 millón de dólares para el cuidado y rehabilitación de algunos de los perros encontrados en su domicilio el día de su arresto.
Vick fue puesto en libertad el 20 de marzo del 2009.